Buenas a todos y todas, he encontrado un trabajo en el que se explican entre otras cosas la organización de la clase, el valor educativo de las asambleas de aula, el papel del profesor o profesora en esta asamblea, etc y he pensado que podría ayudar a realizar o mejorar las distintas asambleas expuestas aunque están bastante bien y su temática es muy creativa.
Asamblea de centro/aula
Las asambleas de centro y/o de aula en Educación Primaria constituyen una estrategia importante para fomentar la participación, la crítica y la implicación en la gestión de uno o de otra.
Poner en marcha las asambleas requiere:
Ø Espacio y tiempo regulado y periódico para ellas
Ø Normas de funcionamiento: participación, límites y posibilidades
Ø Importancia y validez de los acuerdos que en ella se tomen
Ø Garantizar la libertad y la justicia.
LA ASAMBLEA DE AULA (1)
Las cuestiones que plantea la convivencia diaria en el grupo-clase son un marco especialmente apropiado para que las alumnas y los alumnos aprendan un modelo de participación democrática. Para ello, una estrategia básica, que considero especialmente apropiada, es la de potenciar el grado de autonomía y responsabilidad de las alumnas y los alumnos en la organización de la vida del aula y en la resolución de los conflictos que surgir en esa convivencia. Se trata de crear las condiciones para que las alumnas y los alumnos expresen sus ideas, propuestas, sugerencias, quejas, conflictos, etc., a través de la participación en asambleas de aula. Esta constituye un foro, en el que profesores, profesoras y alumnado analizan y debaten todo tipo de temas relacionados con la convivencia y el trabajo escolar. Su estructura y funcionamiento son especialmente apropiados para que las alumnas y los alumnos aprendan un modelo de participación democrática. En la asamblea se pueden expresar libremente las ideas y opiniones, y las decisiones se tienen que tomar de modo democrático, lo cual supone que, cuando no existe consenso sobre un tema, es necesario realizar una votación sobre las opciones existentes. Participar en la asamblea implica ser capaz de dialogar y debatir de un modo ordenado, comunicando nuestras opiniones y sentimientos al resto de la clase y respetando las opiniones que sean contrarias a las nuestras. La capacidad para argumentar de cada alumno y cada alumna es la única "arma" de que dispone para que las demás personas acepten sus ideas y propuestas.
La asamblea de aula se puede realizar en todas las etapas educativas, aunque, como es lógico, el formato y los objetivos de las mismas cambiarán sustancialmente de unas etapas educativas a otras. De cualquier manera siempre se mantienen unos aspectos comunes a todas las edades, basados en el diálogo y la toma de decisiones colectivas. Los temas que se pueden tratar en una asamblea son muy variados: elección de la persona delegada, subdelegada, encargada de material, listas, elaboración de las normas del aula, análisis y discusión de los conflictos surgidos, realización de tareas escolares, relaciones alumnado-profesorado, etc.
1. LA ORGANIZACIÓN DE LA CLASE. Para llevar a cabo las asambleas en el aula, es necesario organizar algunos aspectos de la misma, como es la dedicación de un espacio y un tiempo para su realización. Lo más apropiado es efectuarlas en la hora de tutoría, con una frecuencia semanal o quincenal. En caso de no existir la hora de tutoría, es necesario habilitar un período de tiempo para la misma o integrarla dentro del área de lenguaje. Hay que tener en cuenta que dedicar una sesión semanal del área de lenguaje a la realización de asambleas de aula, en ningún caso se puede considerar que vaya en detrimento de los contenidos de dicha área, sino que, muy al contrario, supone un entrenamiento y un refuerzo de la capacidad de expresión oral, tan necesaria para la formación integral de la persona y, a su vez, tan arrinconada tradicionalmente en nuestro sistema educativo en favor de la expresión escrita. Como primer paso, de modo previo a la realización de la asamblea, es necesario establecer mecanismos para que las alumnas y los alumnos puedan manifestar los temas de su interés que desean tratar en la misma. Para ello, en los cursos más bajos se puede colocar en el panel de la clase unas hojas con diversos apartados: critico, felicito, propongo, según el modelo de Freinet, (Freinet 1972), en las que las alumnas y los alumnos van anotando los asuntos que consideran conveniente llevar a la asamblea. Con alumnos y alumnas mayores, estas hojas se pueden sustituir por un buzón de clase en el que éstos introducen sus escritos razonados sobre los temas a tratar. Para facilitar el desarrollo de la asamblea y, sobre todo, cuando los temas propuestos son muy variados y numerosos, se pueden establecer unos grupos de trabajo o comisiones de alumnado y profesorado que seleccionen los temas a tratar y elaboren el orden del día. Estos alumnos y alumnas pueden ser quienes posteriormente van a dirigir la asamblea, y se deben seleccionar de modo rotatorio entre toda la clase, para dar opción a que participe el mayor número posible.
2. EL VALOR EDUCATIVO DE LAS ASAMBLEAS DE AULA. En muchas ocasiones, los profesores y profesoras se desaniman por las dificultades iniciales que encuentran para llevar a cabo las asambleas. A las alumnas y los alumnos les cuesta asumir unas normas mínimas de funcionamiento democrático; les resulta difícil tratar en profundidad los temas propuestos; tienen escasa habilidad para centrarse en los aspectos fundamentales; no se cumplen los acuerdos establecidos, etc. Hay que tener en cuenta que el proceso de aprender a realizar asambleas de aula es largo y complejo. Cuando en un centro educativo se enseña a las alumnas y los alumnos a participar en asambleas desde los primeros cursos de Educación Infantil, y éstas se realizan de modo sistemático a lo largo de toda la escolaridad, las alumnas y los alumnos automatizan el procedimiento de la misma y adquieren unas habilidades para el diálogo que hacen de las asambleas una actividad muy eficaz para su formación y para regular la convivencia diaria. Por ello es conveniente que las asambleas se programen como una actividad transversal, en la que se debe implicar todo el profesorado tutor del centro. Entre los aspectos educativos de las asambleas que contribuyen a una mejora de la convivencia, cabría destacar los siguientes:
– Permite hablar sobre temas de la clase, lo cual facilita la colaboración, la amistad y la confianza y contribuye a cohesionar al grupo. – Las alumnas y los alumnos aprenden a expresar su opinión y a escuchar la de las demás personas de modo respetuoso. Independientemente del tema objeto de discusión, el diálogo constituye una finalidad en sí mismo. Aprender a dialogar es una habilidad básica que facilita la convivencia entre las personas integrantes de la comunidad educativa.
– Asumen responsabilidades en la organización de la convivencia del aula, entendiendo que hay situaciones problemáticas y comprometiéndose en su mejora.
– El aprendizaje de los mecanismos de participación democrática y la realización de acuerdos, pactos y votaciones.
Así, pues, las asambleas, además de constituir una actividad fundamental para regular y mejorar la convivencia en el aula, facilitan la adquisición de valores y actitudes. Valores como el respeto, el diálogo, la democracia, la justicia, la igualdad, la tolerancia, la cooperación, la ayuda al compañero o a la compañera, etc., se trabajan asiduamente en las asambleas de una forma vivenciada, lo cual contribuye a su asimilación.
3. EL PAPEL DE LA PROFESORA O PROFESOR EN LA ASAMBLEA. Como ya se especifica con anterioridad, la asamblea debe ser dirigida, siempre que sea posible, por las propias alumnas y alumnos. Esta estrategia tiene como finalidad la de formar alumnas y alumnos autónomos y responsables, en la medida que les exige un alto grado de implicación y de participación. Sin embargo, todos las alumnas y los alumnos no tienen la misma habilidad para preparar y dirigir una asamblea, ya que esta depende de factores, tales como sus capacidades generales, edad, habilidades sociales, competencia para el diálogo, capacidad de liderazgo, experiencia, etc. Por lo tanto, el papel del profesor o profesora en las asambleas puede ser muy diverso, dependiendo de las diversas combinaciones de las variables mencionadas.
El criterio general será que el profesorado intervenga siempre en la preparación de la asamblea y en la confección del orden del día de la misma, reduciendo progresivamente estas intervenciones al mínimo que sea necesario, conforme las alumnas y los alumnos van adquiriendo mayor grado de autonomía y eficacia. De cualquier manera, el profesorado no debe limitarse a ser uno más de la clase, y debe jugar siempre un papel de moderador, realizando intervenciones de ayuda, de clarificación de situaciones, de aportación de procedimientos, etc. Si la profesora o el profesor participase en los turnos de palabra como el resto la clase, tendría graves limitaciones para hacer las aportaciones en el momento que se necesitan. Esto no va en detrimento del nivel democrático de las asambleas, pues las alumnas y los alumnos, cuando se les explica convenientemente, entienden que el profesorado es un educador que nos está ayudando a realizar las asambleas del modo más correcto y eficaz posible. Pero esto no quiere decir que la profesora o el profesor puede intervenir constantemente en los debates para manifestar sus propias opiniones, sino que debe limitar sus intervenciones a los momentos que considere más importantes. El profesorado debe mantener siempre una actitud de respeto y de comprensión hacia las opiniones de las alumnas y los alumnos, evitando los juicios de valor sobre las mismas. De este modo aumentará la confianza de las alumnas y los alumnos para hablar libremente y expresar opiniones sinceras.
Respecto a los valores que sean objeto de discusión, la actitud del profesor o profesora dependerá del tipo de los mismos. Siguiendo los planteamientos de Trilla, cuando se discuten valores morales con rasgo de universalidad (respeto, justicia, democracia, tolerancia, la libertad, la honestidad, etc.) debe adoptar siempre una postura favorable a los mismos, de forma clara y contundente, si bien las estrategias didácticas a utilizar para que las alumnas y los alumnos los descubran y los asuman como propios pueden ser muy variadas. En el mismo sentido, la postura de la profesora o del profesor será claramente "beligerante" cuando la discusión se centre en contravalores (injusticia, esclavitud, desigualdad, insolidaridad, intolerancia, etc.) (Trilla 1992).
Cuando la discusión se centre en valores que no son de carácter moral y, por lo tanto, sin rasgo de universalidad (placer, riqueza, sexo, salud, relaciones chicos-chicas, religión, familia, etc.), debe evitar expresar su propia opinión, pues esta puede condicionar fuertemente el debate. Sus intervenciones se dirigirán a facilitar el diálogo, manteniendo una postura neutral
El grado de directividad o no directividad que mantenga el profesor o profesora en la asamblea dependerá del desarrollo de la misma. Cuando sea necesario intervenir para centrar el tema de la discusión o para evitar desviaciones del mismo, para estimular a la participación de todas las alumnas y los alumnos, para resumir o sintetizar las diversas posturas sobre un tema, o para señalar el tiempo de que se dispone para concluir la discusión, la profesora o el profesor debe hacerlo sin dudar, pues ello redunda en una mayor eficacia de la asamblea. Sin embargo, ha de ser muy prudente a la hora de realizar intervenciones sobre el contenido que se está discutiendo. Es mejor dejar que las alumnas y los alumnos debatan sobre el mismo y lleguen a sus propias conclusiones y propuestas. Es decir, que sus intervenciones se deben centrar en la forma, pero no en el fondo de la cuestión.
Referencias
CARRI GIL CABRERA; FRANCISCO JOSÉ REDONDO BARCALA; MARÍA DEL CARMEN ARRIBAS ANTÓN (1996) Asamblea de clase. Experiencia segundo ciclo ed. Infantil. Madrid. Escuela Española
miércoles, 5 de marzo de 2008
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3 comentarios:
Y las características :V
Xd
xd?
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